Elpidio González: el vicepresidente vendedor ambulante

Un tal González, desconocido, modesto, silencioso, tímido. Un González, de nombre peculiar, que sería tomado para la burla desde niño hasta incluso después de muerto. Un tipo común y corriente que surge de una familia del interior sin abolengo ni estatus social. Un individuo que llega al mundo con muchos obstáculos y pocas posibilidades de convertirse en un ciudadano útil.

Elpidio González, 1916, Jefe de policía - Caras y Caretas

Elpidio González nació el 1 de agosto de 1875 en Rosario, ciudad donde se crio y realizó sus estudios elementales. Fueron sus padres Domingo González y Serafina González. Su familia paterna era de origen federal. Su abuelo, Calixto María González, fue Diputado por San Luis en 1825, junto a Dalmacio Vélez Sársfield, y en 1829 fue ministro por la misma provincia. Fue también presidente de la legislatura en 1834 y 1835; miembro de la comisión para investigar la muerte de Facundo Quiroga; ministro del caudillo Estanislao López y en 1844 alcanzó a presidir nuevamente el palacio legislativo. Llegó a jurar la constitución de 1853 y al año siguiente lo nombraron diputado nacional suplente por San Luis. Murió en 1857, pobre y solo. Don Domingo, hijo de Calixto González, combatió las fuerzas mitristas en 1863 y fue hombre de confianza de Chacho Peñaloza. Participó en la Revolución del Parque de 1890 y también en el movimiento radical del ’93, en Rosario. Intervino en el intento revolucionario de 1905 y en las luchas partidarias hasta 1915, año en que murió.

Cuando Elpidio terminó el secundario, se mudó a Córdoba y se inscribió en la Universidad Nacional, donde cursó la carrera de derecho. Se recibió en 1907, a los 31 años de edad. Seguramente influenciado por su padre, ingresó a la Unión Cívica Radical y participó del fallido movimiento radical de 1905, tras el cual sufrió un arresto y fue condenado a prisión.

Elpidio González, CyC

En 1912 lo nombraron Diputado Nacional por la provincia de Buenos Aires y en 1916 en el mismo cargo pero por Córdoba. Ese mismo año, Hipólito Irigoyen, su gran amigo, asumió la presidencia de la Nación y lo nombró Ministro de Guerra, puesto que ocuparía hasta 1918, cuando asumió como Jefe de Policía de la Ciudad de Buenos Aires (similar al actual ministerio de seguridad). Al asumir, tomó una decisión muy propia del hombre al que seguía: renunció a su sueldo. Elpidio consideraba que el Estado lo había formado espiritual y profesionalmente de forma gratuita, y que ese era el procedimiento correcto para devolverle a la nación su generosidad. Además, en su declaración patrimonial de 1916 informó poseer 360.000 pesos. Se desempeñaría en esa función hasta 1921, cuando fue elegido Presidente de la UCR. Entre 1922 y 1928 fue Vicepresidente de Marcelo de Alvear, con quien mantuvo un gran enfrentamiento. Durante la segunda presidencia de Irigoyen, de 1928 hasta el derrocamiento de 1930, fue Ministro del Interior. En aquel tiempo, el horario establecido para los hombres públicos era de 7 a 18. Alvear le propuso achicar la jornada hasta las 16, y Elpidio no aceptó. Cuando salía de la Casa Rosada, el Vicepresidente de la Nación salía a vender por las calles anilinas y pomadas para zapato. De esa manera se ganaba la vida. Cuando ocasionalmente lo veía algún ministro, no lo podían creer.

Elpidio González, 1918, dando discurso - Caras y Caretas
González, dando un discurso

Durante los catorce años que gobernaron los radicales, Elpidio debió convivir con la difamación de los conservadores, que se ensañaron con él, por su aspecto y condición sencilla. Se burlaban, decían que era un segundón, un don nadie, un palurdo, un burdo provinciano llevado al poder por sus amigos radicales. Lo desdeñaban por ser un ilustre desconocido sin antecedentes. Algunos medios satirizaban la participación política de González con caricaturas donde lo ridiculizaban, sin guardar el menor respeto por la figura que representaba.

Elpidio González, caricatura - Caras y Caretas

De su gestión pública, su intervención más debatida ha sido la del 7 de enero de 1919, cuando se produjeron los incidentes en los talleres Vasena, donde la represión policial que él coordinó y la de grupos parapoliciales, dejó un saldo de más de 150 muertos.

Luego del golpe de estado de 1930, González se retiró de la vida política. Tuvo algunas apariciones públicas, pero nunca abandonaría la venta ambulante para subsistir. Por entonces, su patrimonio registraba un saldo negativo de 65.000 pesos. Por esa deuda, le remataron su casa de la calle Gorostiaga. Se fue a vivir a una pensión. Un día, el Presidente Agustín P. Justo se enteró de la situación del ex Vicepresidente radical, y le envió un dinero. Por supuesto, don Elpidio se ofendió y lo rechazó. En 1946, el diputado Adrián Escobar lo reconoce en el subterráneo, mientras vendía sus productos marca Colibrí. Ahora llevaba una espesa barba blanca, tal vez producto de la escasez de hojas de afeitar a causa de la Segunda Guerra Mundial. El legislador, conmovido, presentó un proyecto de ley para que los ex Presidentes y Vicepresidentes cobraran una pensión vitalicia de 2.000 pesos, la cual pronto fue aprobada. Un grupo de funcionarios radicales se dirigieron a la pensión donde vivía Elpidio en soledad, para informarle la buena nueva, pero el anciano no reaccionó favorablemente; se escandalizó y poco más que expulsó a bastonazos a quienes pretendieron ayudarlo. Él no necesitaba nada; tenía dos manos para ganarse la vida. Esos recursos serían más útiles con gente realmente necesitada, que tanta había y nadie movía un pelo por ellos. Así se lo explicó a sus amigos: “Yo no puedo aceptar eso. Hay que servir a la nación con desinterés personal, y después de disfrutar el honor de ser Vice o Presidente, no se le puede exigir al Estado que nos mantenga con altos sueldos vitalicios.” No conforme con ello, le envió una carta al Presidente Justo: “Cúmpleme dejar constancia ante el señor Presidente, mi decisión irrevocable de no acogerme a los beneficios de dicha ley. Al adoptar esta actitud cumplo con íntimas convicciones de espíritu. Jamás me puse a meditar acerca de las contingencias adversas que los acontecimientos me pudieran deparar. Confío en poder sobrellevar la vida con mi trabajo, sin acogerme a la ayuda de la república, por cuya grandeza he luchado, y si alguna vez he recogido amarguras y sinsabores me siento reconfortado con creces por la fortuna de haberlo dado todo por la felicidad de mi patria.”

Elpidio González con Arturo U. Ilia
Elpidio González (der.) y Arturo U. Ilia (izq.)

La última aparición pública de Elpidio González fue en 1946, cuando apoyó la candidatura de la dupla José Tamburini-Enrique Mosca para las elecciones presidenciales que terminaría ganando Juan Domingo Perón. La prensa peronista se mofó del viejito radical, a quien llamaban Alpedio González.

Elpidio González murió el 18 de octubre de 1951, en el Hospital Italiano, después de seis meses de internación, acompañado de un pequeño grupo de amistades, pues no tenía familiares que lo cuidaran. Se fue del mundo en la más absoluta pobreza.

Tierras de Necochea, CyC 1901

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